FUENTE: DIARIO SUR
En los estudios arquitectónicos, a la hora de diseñar un edificio o una estructura, ya son habituales términos como los atrios, vidrios o tejas fotovoltaicas. Elementos que contienen módulos de paneles solares para la generación de energía eléctrica y que son integrados en las edificaciones como una parte más de las mismas.
«No solo tienen un aspecto estético similar al de los componentes que sustituyen, sino que cumplen su función, y están integrados de tal forma que ni se distinguen que son paneles», señaló Nuria Martín, investigadora del CIEMAT (Centro de Investigaciones Medioambientales y Tecnológicas) y directora del curso de verano 'Integración arquitectónica de la energía solar fotovoltaica', organizado estos días por la UNIA (Universidad Internacional de Andalucía) en el Centro Cívico de la capital malagueña.
La energía solar fotovoltaica está progresando de manera lenta pero segura en el panorama energético nacional, llegando ya al 5% de la que se genera en todo el país. Con la integración en los proyectos y diseños arquitectónicos, se busca superar otras barreras para una expansión más rápida y rentable de esta fuente renovable, la del impacto paisajístico y la de la reducción de costes iniciales.
«Los huertos solares -extensos módulos de paneles instalados en zonas alejadas de núcleos urbanos- han hecho daño a la imagen de la energía solar, por su impacto medioambiental y por el aumento del coste al tener que invertir más en transporte e infraestructuras», continuó Martín.
Aunque con esta integración, además del concepto estético, también tienen que estar presentes aspectos de seguridad y control de accesos, no cabe duda que acercando los módulos a los puntos de consumo se gana en viabilidad.
Desde que se aprobó el Código Técnico de Edificación en 2006, la inclusión de estos sistemas es obligatoria en estructuras del sector terciario, como centros comerciales, hipermercados o grandes almacenes; mientras que en lo que respecta a viviendas, la ausencia de este compromiso todavía ralentiza una mayor expansión. «Es algo que está en el horizonte en cinco o diez años, llegando a convertirse el usuario en autoproductor de energía, justo cuando puede ser más barata, al tiempo que la convencional no deja de subir», concluyó Martín.
Entretanto, habrá que seguir impulsándolo en otras disposiciones. En Málaga, 42 edificios con alguna competencia municipal tienen estos sistemas de generación. Cabe destacar la implantación en colegios, cumpliendo en una doble vertiente: por un lado, funcionar con esta energía limpia y por otro, fomentar que las nuevas generaciones crezcan más familiarizadas con estos modelos energéticos.
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